En los últimos tiempos, se viene hablando mucho de los coworking. Este anglicismo se refiere a lugares de trabajo orientados para que diferentes profesionales cohabiten en un mismo espacio y de alguna manera puedan encontrarse y colaborar.

En este proyecto, las necesidades son muy diversas, se busca aunar en un mismo espacio de más de mil metros cuadrados un conjunto de actividades complementarias entre sí, pero con unos requerimientos muy técnicos, orientados a la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Se quiere un espacio diáfano y en paralelo se necesitan espacios cerrados.

Se busca una imagen abierta y a la vez una sensación acogedora.

Un estilo moderno pero funcional.

El resultado es un espacio ordenado mediante elementos sólidos, pero acristalados, que permitan ver a través de ellos para así obtener esa sensación de transparencia y de visión global del espacio.

Se evitan los pasillos, aunque tengan que existir para conectar unas zonas con otras, se les da una anchura suficiente para que no solo sean zonas de paso, sino que alberguen espacios de descanso y reunión entre trabajadores.

Las zonas resultantes son una combinación entre laboratorios de investigación, salas de diseño, oficinas abiertas y zonas colaborativas, espacios de descanso y elementos que otorgan privacidad al usuario.

Todas esas líneas rectas que componen el espacio arquitectónico se rompen mediante un diseño potente plasmado en el suelo del recinto. Una serie de amebas y líneas orgánicas recorren el espacio de punta a punta, generando conexiones entre los espacios abiertos y cerrados, rompiendo la rectitud de las formas ortogonales y aportando color, ¡mucho color!